ESPINEL EN NUEVA YORK
Fue don Vicente Espinel,
egregio bardo rondeño,
áureo vate malagueño,
músico de alto nivel.
Lope dijo sobre él:
“único bardo latino
y castellano”. Genuino
elogio. Y también: “maestro
de la música”. Por diestro,
por genio, por cervantino.
Toca rendir homenaje
a don Vicente Espinel.
En Nueva York. En papel
y en viento. En letra y cordaje.
Una fiesta del lenguaje
literario y musical.
Un festín intelectual
400 años luego
de que él abriese este juego
poético-decimal.
400 años hace
de su muerte. ¡400!
Y hoy somos miles, no cientos,
los decimistas. ¡Qué clase!
¡80 lustros! Qué base
inicial para un plantel
poético. Qué nivel.
¿Que cómo resumiría
en versos la biografía
de don Vicente Espinel?
“Nace en Ronda en un lejano
invierno de luz bimembre:
el 28 de diciembre
de 1550.
Vive. Escribe. Canta. Cuenta.
Novela. Rimas. Teatro.
Y muere en Madrid un 4
de febrero (mes vacío
y triste y sobrio) del frío
1624.”
Cuatro siglos han pasado
Cuarentena décadas. Mucho.
Y yo todavía escucho
su apellido en todos lados.
Vaya espléndido legado
para hablantes diferentes.
Vaya simbólicos puentes.
Creó (de forma profética)
la única estrofa poética
que enlaza dos continentes.
Porque no nos engañemos:
Hay que salvar las distancias.
Ya no hay églogas ni estancias
ni silvas. No componemos
serventesios ni tejemos
liras, sextinas, gacelas,
ni octavas ni villanelas
ni soleares votivas.
Sin embargo, siguen vivas
las famosas espinelas.
Quién te iba a decir, Vicente,
bardo y capellán polémico
que serías un totémico
poeta y un referente
musical, rondeño puente
entre América y España.
Atalaya y espadaña.
Luz y penumbra. Alfa y Beta.
Músico. Luthier. Poeta.
Luna y sol. Río y montaña.
Por eso desde el rondeño
1624
hasta el 2024
neoyorquino y madrileño
te eriges patrón y dueño
de un poético legado.
Por eso estás encumbrado
como bardo popular
y no dejas de asombrar
a todos desde el pasado.
¿Quién te iba a decir, Vicente,
que cuatro siglos después
en un sitio que habla inglés
ibas a estar tú presente?
Téllez, que es inteligente,
te ha llevado en la maleta.
Y sabiéndote profeta
te ha abierto nuevos caminos
para que los neoyorquinos
redescubran al poeta.
Quién te iba a decir, Vicente,
que entre Marcos de Obregón
la décima y el bordón
te harías omnipresente.
Que cruzarías el puente
de Brooklyn y un gaditano
(gran poeta campechano)
te abriría otro universo
para que hablaras en verso
y con acento cubano.
¿Quién te iba a decir, Vicente,
hijo de Francisco y Juana,
que estarías en La Habana
y hasta en Nueva York presente?
Espinel, cima y simiente.
Espinel, de espada y gola.
Padre de una estrofa sola
que todo el mundo recuerda.
Padre de la quinta cuerda
de la guitarra Española.
¿Quién te iba a decir, Vicente,
que con tus Diversas rimas
llegarías a otros climas,
conocerías más gente?
Dejaste, indudablemente,
un legado muy especial.
La antigua “copla real”
la volviste una espinela
y de la vieja vihuela
nació la guitarra actual.
Por eso estás, Espinel,
en este mismo minuto
en un lejano instituto
con el nombre de Miguel
(tu amigo y tu alumno fiel)
y todos te dan la mano.
Por eso estás tan cercano
que mi amigo y profesor
te ha llevado a Nueva York
en el Año Espineliano.
Ya no eres solo rondeño:
eres chileno y cubano
y argentino y colombiano
y uruguayo y panameño.
Mexicano y brasileño.
Jarocho y venezolano,
boricua y costarriqueño
canario y dominicano,
nicaragüense y murciano:
un calderoneano sueño.
Ronda, hay muchos Orsonwelles.
Muchos Hemingways viajeros
Muchos Ordóñez toreros.
Muchos Tempranillos crueles.
Pero hay, sí, más espineles.
Te lo dice un gaditano
y lo reafirma un cubano.
¡Multitudinaria orquesta!
Todos estamos de fiesta
en el Año Espineliano.
Alexis Díaz-Pimienta